Es común en nuestro humano trajinar el albergar sueños en nuestro corazón, enarbolar la bandera de la esperanza en unos labios rosa, en el fin de las penalidades, en el comienzo de la vida.
Pero el destino nos escupe mostrándonos que no hay que soñar y la esperanza es la fe de los idiotas.
No albergues esperanza me dijeron hace poco… y si, es una enemiga poderosa que cuando muere nos lleva con ella al infierno.
Los dejo con esto:
Caer con el viento.
Combatir contra el viento hasta que los sueños se tornen piedra.
Sucumbir en esperanzas risueñas convertidas en veneno de sierpe.
Beber del tarro de lo amargo…
Aspirar la neblina opaca…
Mirar con la luz apagada…
No me toques ahora que sangro…
Ahora que mato y muero…
No, que caerás conmigo…
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